Todos sentimos mucho la muerte de Fraga.
Cierto.
Sobre todo sentimos que la rata miserable, el dinosaurio franquista, haya espichado en el catre.
Y no en una celda, como el repulsivo criminal que fué hasta el último dia de su vida.
No habrá champán en la mano.
No, porque el miserable se ha ido desde su catre.
Pero eso si, llorar ni una gota.
Llorar por sus víctimas, por los obreros de Gasteiz, de Basauri.
Por Montejurra.
Por sus víctimas censuradas.
Por sus víctimas fusiladas.
Por sus víctimas constitucionales.
Y ahora, a ver si hay suerte y sus despojos los dejan en una cuneta.
A imagen y semejanza de su historia.
Amén
El perro/
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